Fragmento de la novela poética "El desengaño de Oliverio"
XXIV

El reloj palpita mi vergüenza, en la nada se estancan mis prejuicios, odio esta nada, me pregunto qué hice para merecer ser hombre, pirámides de absenta, arboles de payasos, disparos de pájaros locos contra mi alma, aves obsoletas sin suerte, espías de mi nada, se quiebran las expectativas, corro por debajo de la estación hospital del metro, la busco y no la encuentro, ella baila y baila, yo juego como mario bros saltando entre cada alcantarilla, y es ahí cuando piso una caca, la viejita hambrienta se ríe de mi, ella sigue fumando su yerba, las cascadas del viento escupen los semáforos, un taxi me pita, me detengo a sospechar mi error, y si fui el culpable de dejar los monos sacándote pulgas a mi caos, yo deje las incógnitas sin resolver, mi mente no puede absorber mi dolor, me distraigo como un suicide mouse, ando vagón tras vagón, salto cada techo como una bruja, piso el carril del tren, me electrocuto el alma, camino por las tejas y me pican los gatos, una araña se destiñe entre mis suelas, me preguntan que es del vago, y yo no les contesto, no saben que mis bolsillos están llenos que tengo todo, lo que siempre quise, me precipito crezco entre los buses, ahora soy un gigante, pisoteo la calle Villanueva, de un paso llego a mi casa en buenos aires cerca a la placita de flores, sueño despertar, despierto esta noche solo, sólo puedo darme cuenta de todo lo que pude haber soñado, sin querer recordarlo me vuelvo a encerrar entre las sábanas. El trono del silencio, será un día más, será difícil, que haré para encontrarme a mí mismo, entre tanto desorden, entre tantas cosas iniciadas y no terminadas, entre tanta soledad, tantos libros, tanta basura.
por Daphne Poe integrante del club Soliluna Medellín-biblioteca León de greiff